Los nuevos requerimientos en el aula

Los nuevos requerimientos en el aula

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¿Con qué propuestas debemos enseñar y aprender en este tiempo de cambios acelerados?

El aumento exponencial del conocimiento a través del paso del tiempo y el desconocimiento de los roles de trabajo que la sociedad demandará en el futuro, plantean interrogantes a los que el sistema de enseñanza tradicional no sabe dar respuesta.

El 40% de los puestos de trabajo actuales se desconocían hace 50 años y las nuevas profesiones seguirán apareciendo en progresión geométrica. Es difícil formar a los jóvenes para el ejercicio de trabajos que se ignoran. Pero se los puede preparar y fomentar en el desarrollo de cualidades específicas que serán una exigencia del mundo laboral del siglo XXI, independientemente del área de especialización.

En términos educativos,  hechos como que la capacidad de retención de lo que el alumno aprende es de solo un 5%, son comprobados por distintos estudios de reciente data como por ejemplo la Sociedad Americana Socony-Vacuum Oil Co.Studies, quien ha elaborado a través de su oficina de Estudios un análisis de los porcentajes de retención mnemónica (lo relativo a la memoria), que nos permite sostener la confianza sobre la eficacia didáctica de los programas en soporte de multimedia, en particular las vinculadas al audio y video.

De ése informe se deduce que el alumno aprende:

  • Un 1 % mediante el gusto.
  • Un 1,5 % mediante el tacto
  • Un 3,5 % mediante el olfato
  • Un 11 % mediante el oído y
  • Un 83 % mediante la vista.

Los porcentajes de los datos retenidos por los estudiantes son los siguientes:

  • Un 10 % de lo que leen
  • Un 20 % de lo que escuchan
  • Un 30 % de lo que ven
  • Un 50 % de lo que ven y escuchan
  • Un 79 % de lo que dicen y discuten

Un 90 % de lo que dicen y luego realizan. (Lo que oyen lo olvidan, lo que ven lo recuerdan y lo que hacen, lo saben).

De todo esto, se puede inferir que un mejor aprendizaje, se construye a través de experiencias concretas (se aprende haciendo), se enriquece cuando el sujeto que aprende puede reflexionar sobre su accionar, cuando esto le permite relacionar el conocimiento con alguna teoría o conceptualización y por último cuando todo este proceso le permite poner en marcha sus teorías y/o conceptualizaciones, es decir, cuando se dispone a hacer lo aprendido. En esta dirección, el aprendizaje es un proceso activo, y el mismo se produce cuando se da algún cambio en el individuo.

Por lo general, un aprendizaje significativo debe evaluarse en relación con su aplicación en la puesta en práctica, es decir, cuando se genera una conducta nueva que se instala en el alumno para formar parte de su nuevo bagaje cultural, al cual el sujeto recurrirá cada vez que lo necesite, para ello el conocimiento adquirido debe perdurar en el tiempo y debe estar contextualizado con el entorno.

Cuando en el método de enseñanza, la transmisión es realizada de forma oral solamente, la retención alcanza luego de tres horas al 70% de lo escuchado y luego de tres días sólo retiene el 10 %. Cuando se utiliza un medio visual, la retención luego de tres horas llega al 72 % y después de tres días alcanza al 20 %. Esto es el doble de retención si lo comparamos con la transmisión en forma oral solamente. Combinando los modos oral y visual, los datos retenidos son, después de 3 horas del 85 % y de 3 días del 65 %.

La inseguridad que producen las nuevas tecnologías, tendencias o recursos de todo tipo, instan por lo general a que mantengamos un “statu quo” sobre la realidad conocida. La escuela y los docentes en particular, no están ajenos a esto y sufren la incapacidad de mirar hacia adelante aferrándose al pasado. El temor a la pérdida de protagonismo provoca rechazo a las innovaciones que se proponen con la incorporación de los nuevos instrumentales tecnológicos.

Se ha comprobado la influencia y eficacia de los medios masivos de comunicación sobre los adolescentes que asimilan mayor información a través de ellos que de la escuela. (TV, cine, revistas, video clips, Internet etc.). Se ha realizado en España un estudio sobre adolescentes entre 12 y 15 años, que da como resultado que solo el 20 % de la información les es provista por la escuela. No está del todo claro, cuanta de esta información le será “significativa” en términos de utilidad.

También se ve que la escuela continúa educando básicamente en y mediante la palabra oral y escrita, cuando -por lo menos en España- la cuarta parte de los niños entre 6 y 13 años no posee ningún libro o cuento, el 41% de la población no lee prácticamente nunca y los que a diario lo hacen no llegan al 12 %.

De esta forma, la escuela des-educa, toda vez que pretende hacer de los alumnos cautivos-prisioneros de un solo sistema (el de la lectura) y no contribuye al desarrollo social si solo se desenvuelve con rituales, si convierte al conocimiento como mecanismos de cosas, si genera petrificaciones curriculares, si solo se funda en la supuesta seguridad del conocimiento académico.

No obstante, y pese a ello, los alumnos aprenden.

Por ello, el uso activo de las TIC, facilita y desarrolla en el alumno capacidades personales que le ayudarán a desenvolverse en forma eficaz en entornos profesionales y sociales de la actualidad.

La capacidad de adaptación de las personas, al medio y  al cambio, su capacidad de relación con las personas que le rodean en diferentes entornos, su ingenio y creatividad para dar respuesta a problemas inéditos, su capacidad de decisión, saber asumir el riesgo y acertar a elegir en situaciones de incertidumbre (característica particular de este momento de la modernidad), su juicio crítico para evaluar las tareas y relacionar las causas y los efectos, su capacidad para gestionar el tiempo, y finalmente, su capacidad de información: saber encontrar, estructurar y clasificar los conocimientos, y emplear de forma eficaz las nuevas tecnologías le serán posible en entornos multimediales e interactivos proporcionados en ambientes denominados inteligentes, tanto en aulas armadas con ésos fines como también en ambientes de trabajos donde el manejo de las nuevas tecnologías son fundamentales al momento de delinear estrategias de producción, comercialización, venta, distribución, pos-venta, satisfacción y búsqueda de nuevos mercados y clientes etc. Es posible en este tiempo, concebir “la cultura de la economía” (Elwert, 1984) o la apoyatura cultural del comportamiento económico. Diferentes autores, Sahlins (1974), Douglas e Isherwood (1980) y Leis (1983) señalan el papel que los bienes (materiales) desempeñan como comunicadores, siendo signos culturales, tanto de las sociedades primitivas como en las modernas. Por lo tanto, siempre intentando una relación de equilibrio, debemos considerar con seriedad las ideas referentes a la cultura de la producción y no centrarnos solamente en la producción de la cultura.

Lic. Gustavo Adolfo Juárez

Director General

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